sábado, 6 de junio de 2009

Mío

Capítulo I

Recuerdo cada rinconcito de su rostro, grabado a fuego en mi corazón. Su pelo siempre bailaba en el viento, enmarañado. Recuerdo sus labios fríos como si por ese cuerpo corriera hielo. Sus ojos, sus ojos eran témpanos cristalizados por el dolor.
Cuando nos conocimos, yo caminaba pateando piedras, que desafiantes me esperaban un poco más allá. Mirando el suelo como de costumbre, vi sus pies frente a mí. Levanté la vista y lo miré por primera vez, pude ver el dolor del mundo en los ojos de este hombre. Sin palabras decidió acompañarme en mi andar. Así pasaron los días; un terrible día a la vez; nos reuníamos siempre en el mismo lugar para patear piedras. Los días lluviosos nos sentábamos a ver como corrían las gotas por el vidrio de la tienda, como una a una caían solas y luego aparecía otra que se unía con ella, se abrazaban, se apretaban, se estrechaban, se hacían una y seguían un mismo camino que llegaba irremediablemente al suelo, salpicaban y no se volvían a ver... eso era lo que sentíamos.Nunca me habló y el primer día que lo hizo todo cambió, su mano rozó la mía y sus brazos estrecharon mi pequeño ser. Sus labios buscaron los míos. Desde ese momento mis días eran más cortos y mis noches eran más largas, porque no lo tenía a mi lado. Mis latidos se exaltaban si no llegaba y mis manos se volvían leprosas si no lo sentían. Pronto mi respiración sólo aparecería con él.

1 comentario:

Hardy MB dijo...

impresionado... los sentimientos inundan con palabras.